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Bilbao
¿Sabías que en Bilbao existió un puente colgante? Fue obra de Antonio Goicoechea y al principio contaba con cadenas. Posteriormente fueron sustituidas por cables para reforzar su seguridad.
Socorro a los ahogados en la Ría de Bilbao.
Actualmente asociamos las labores de socorristas y otro tipo de vigilantes, al rescate de bañistas. Pero en otra época, su fin era evitar los ahogamientos y caídas accidentales a los caudales de agua.
En 1785 se organiza en Bilbao un complejo sistema de socorro que comprendía todos los pasos de la atención a los ahogados, desde la regulación de la alarma hasta el tratamiento médico de los desdichados.
La alarma debía ser dada mediante un toque de campanas especial a cargo del campanero de San Antón cuando el suceso tuviera lugar aguas arriba y por el de San Nicolás aguas abajo, las campanas de Santiago repicaban en todos los ahogamientos.
Ante esta llamada, todos los médicos y cirujanos de la villa estaban obligados a asistir al tratamiento de las víctimas.
Las maniobras de socorro se iniciaban en el mismo momento del rescate, para lo cual se preveía que los adscritos a este trabajo tuvieran los conocimientos adecuados.
“Lo primero introducir en la boca del ahogado la máquina o tubo insuflatorio y un hombre robusto se aplicará a soplarle aire en los pulmones con todas sus fuerzas.
Esta máquina no es mas que un soplete con una plancha que tapa la boca y una tenaza que cierra las narices del paciente, pero aunque esta máquina sirve para hacer
la operación más cómoda, no es tan esencial que en su defecto no se pueda utilizar cualquier cañón, sea de madera, caña o metal, vaina de cuchillo o espadín, etc.
En caso de utilizar este remedio se tendrá buen cuidado de tapar la boca y las narices. Con este solo remedio se ha visto restituir muchos ahogados”.
Las instrucciones aprobadas por el Ayuntamiento seguían después con prolijos detalles sobre la colocación del paciente, la manera de hacerle entrar en calor cubriendo
su cuerpo con cenizas previamente calentadas, el tratamiento medicamentoso,la obligación de los regidores de supervisar el proceso, etc.
Concluían con la prohibición de enterrar los cadáveres de los ahogados hasta después de transcurridas 48 horas.
El Ayuntamiento bilbaino consiguió permiso del rey para utilizar 1.500 reales de sus fondos propios con el fín de dotar al primer cuarto de socorro, además de otros 548
reales para sufragar la edición de 1.500 ejemplares del folleto que contenía las instrucciones.
Bilbao se sumaba así al grupo de ciudades europeas que organizaron un sistema eficaz de auxilio a los ahogados.
El 5 de junio de 1913 se inauguró El Teatro Trueba.
Se representó la obra “Sin querer” de Jacinto Benavente.
Fue construido según diseño y dirección de obra del arquitecto bilbaíno Mario Camiña.
En 1930 se estrena la instalación sonora funcionando posteriormente como cine.
Se demolió en abril de 1989 para construir un hotel.
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